¿Qué hay por aquí?

03 noviembre 2011

Puro teatro

A veces el sentido de la vergüenza y, sobre todo la autoexigencia, te privan de disfrutar de las pequeñas y grandes cosas de la vida. A veces es necesaria una válvula de escape, llámese alcohol, droga, sexo, locura o X, para liberarse y sentir lo que en un estado normal, rutinario, no se siente. 

Uno de mis defectos es que siempre quiero ser buena en todo y eso, a menudo, no suele ser así. Tengo prisa por aprender y de un día para otro ya quiero ser experta. Si hago algo de cara a los demás, pretendo que estos se queden con la sensación de haber visto algo grandísimo, no lo que verdaderamente soy, una aprendiz de la vida que, pese a mis treinta años, estoy dando aún mis primeros pasos.

Hace cosa de un mes y algo, un grupo de teatro local y amateur me pidió si les podía ayudar en una obra, ya que les faltaba alguien para uno de los personajes, el de una francesita algo ingenua y desorientada. Como eran amigos y siempre me ha llamado la atención el mundo de la farándula, no dudé en ofrecerles mi ayuda. Hubo poco tiempo, muy pocos ensayos y lo que en un principio era un texto no muy extenso y aparentemente sencillo se convirtió, para mí, en una serie de retos que llegaron a provocarme hasta vértigo. Después de muchos años sin actuar, me daba pánico enfrentarme al público, además de batallar con la voz, con el acento francés, con mi baja autoestima... 

El día del estreno estaba ofuscada maldiciendo la falta de tiempo y el no haberlo ensayado todo más, ya que, en mi caso, coincidió todo en una época un poco estresante de mucho estudio, de prácticas que entregar a contratiempo, etc. Durante el ensayo general previo, se me avecinaba un desastre. Era una obra de aficionados, sí, que no supone ningún cambio sustancial en mi vida más que el de vivir algo por puro placer, pero esta manía de quererlo todo tan perfecto me da rabia. ¡Tendría que haber estado disfrutando! 


El reparto al completo
Pero... tachán, tachán, pasó que el resultado fue mejor de lo esperado. Siempre he pensado que el estado de concentración que adquieres en un momento así, de nervios, con focos que no te dejan ver, y sabiendo que no hay marcha atrás y ya no valen las tomas falsas, difícilmente se puede adquirir en otras circunstancias. Y esa sensación me encanta. Esa satisfacción al oír al público interrumpirte con su risa, esos aplausos que, merecidos o no, te hacen feliz por un instante, esos nervios, esa adrenalina... Dios, parezco una concursante de OT hablando así.

"Quin parell de dos", Barcelona, 30 de octubre del 2011
Hoy viendo las fotos, he pensado que esta experiencia ha sido mi pequeña válvula de escape y que tiene que haber alguna manera para trasladar esa adrenalina, esa concentración de intensidad, a la vida diaria. El amor es lo que se me antoja más cercano, pero este —al menos en mi caso, por suerte— carece de esa fugacidad momentánea. No quiero dedicarme por completo a ser actriz, ni al mundo del espectáculo, pero quiero seguir sintiendo que a pesar de las dificultades y de los desastres que puedan preverse, y de los nervios que eso provoca, y de lo poco trascendental que pueda parecer algo en un principio, todo vale la pena. Seguiré buscando la manera, entre función y función (que aún quedan unas cuantas) y la encontraré.

2 comentarios:

Rulk dijo...

Una concursante de OT dice... jaja! Pues me alegra mucho de que finalmente accedieras y te dejaras llevar. Además la descripción del personaje se me hace muy acertada y es que, desde la distancia, siempre me has parecido un tanto "francesita"; sofisticada y con cierta fragilidad.

Espero que no sea esta la última vez que te subes a un escenario. Mucha mierda! JAJA.

Menlove Avenue dijo...

Jajajajaja, gracias Rulk, perdona que no te contestara antes, se me pasó... es curioso cómo engaña la "distancia" de internet... porque para decir que parezco sofisticada... creo que es el último adjetivo con el que me definiría, jajaja! Soy más bien un poco basta, creo. Pero sí, el papel de francesita me gusta y el teatro es siempre una buena experiencia, y algo que espero seguir haciendo, en mayor o menor medida, siempre. Un beso.