¿Qué hay por aquí?

13 julio 2012

Estoy preparada

«Aún no estoy preparado 
para no poder oírte o no poder hablarte»
Pablo Neruda

¿Cuándo se está preparad@ para besar a un@ chic@?,
¿Cuándo sabes que es el momento de perder la virginidad?
¿Cómo sabes que estás enamorad@?
¿Cuándo se está preparad@ para abandonar un lugar o una situación concreta?


Ante este tipo de preguntas, y muchas otras, se suele contestar un complaciente "cuando llegue el momento, lo sabrás", pero no se suele matizar cuánto puede durar o alargarse ese momento, quizás unos segundos, minutos, días, meses, años o incluso décadas. Habrá quien diga, sin que le falte razón, que esos momentos nunca llegan, porque la vida es, en sí, un continuo devenir de acontecimientos más o menos intensos.

Se sabe —o se cree saber— que tal momento ha llegado, pero para llegar a esa certeza, son colosalmente intensos los sentimientos, las inseguridades o la inexperiencia, y de la misma manera, el futuro de ese momento glorioso puede dar lugar a arrepentimientos y dudas que lo desacrediten totalmente. Establecer, pues, un instante preciso en que tu concepción de la vida o del amor da un giro tan brusco es algo, me atrevería a decir, imposible o, en todo caso, a menudo equivocado.

Creo saber que ese momento llegó a mi vida pero no lo reconozco, no puedo ubicar con precisión el momento en que decidí ser una mujer felizmente enamorada entre tantos momentos buenos y malos, pero sobre todo intensos. He decidido no ponerle fecha a nada. Mucho me he estado cuestionando acerca del amor estos últimos cuatro años y he tenido que modificar convicciones, y defender a conciencia otras tantas para entender en qué punto me encuentro, y el resultado es que, en realidad, lo único que verdaderamente ha llegado es el conocimiento de una parte de mí misma que no hubiera podido conocer si no fuera por él. Porque no sabemos quienes somos realmente hasta que aprendemos a vernos reflejados en otros ojos y a ver también a través de ellos. Creo que ahí radica la plenitud entre dos personas. Él me complementa, no porque “me llene”, como suele decirse (una persona no tiene vacíos que rellenar a menos que reciba un balazo, le extirpen un órgano o cosas así que, afortunadamente, no es mi caso; ni siquiera el vacío existencial creo que pueda llenarlo un solo ser), sino que me complementa porque es una prolongación de mí misma, una parte de mí que me hace ser más grande, que me ilusiona y me lastima a partes iguales como hago yo misma conmigo. Y nadie ha podido conseguir eso hasta ahora.

Eso te hace especial y único en mi vida. O mejor dicho, esa es la respuesta más concisa que puedo dar a por qué te quiero tanto. 

2 comentarios:

Superlenteja dijo...

Jo, Betty, qué bonito. Nunca había leído este texto tuyo.

Cuando hablas de "No sabemos quienes somos realmente hasta que aprendemos a vernos reflejados en otros ojos y a ver también a través de ellos"

Me has recordado a esta frase de Proust:

"The real voyage of discovery consists not in seeking new landscapes but in having new eyes"

"El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos"

Menlove Avenue dijo...

Anda, pues no conocía esa frase... Siempre que creo ser un poco ingeniosa, resulta que ya lo ha dicho alguien antes, jajaja! Cómo me complico la vida, con lo fácil que es decir "te quiero mucho, eres el amor de mi vida"... :)

¡Gracias! :*